Frances Arnold, de taxista a Nobel de Química: “La vida es larga, puedes tener muchas vidas diferentes”
Esta ingeniera trabajó de limpiadora, pizzera, taxista y camarera antes de dedicarse a la ciencia y ganar el Premio Nobel de Química. Su historia es un gran ejemplo que anima a los jóvenes a aprender de todo.
(fuente: El País)
Meses después de la muerte del dictador Francisco Franco, una chica estadounidense de 19 años aterrizó en Madrid para hacer unas prácticas de verano en la empresa Westinghouse, fabricante de los primeros reactores nucleares en España. La joven, estudiante de Ingeniería, se instaló en un piso compartido en la calle Ibiza, junto al Parque del Retiro. “Pasé un verano maravilloso en Madrid en 1976. Yo era joven, la nueva democracia era joven… Era una fiesta constante”, recuerda ahora Frances Arnold, nacida hace 64 años en Pittsburgh. En su ciudad natal ya había sido pizzera, recepcionista, camarera en un club de jazz e incluso taxista. En Madrid, con un diccionario en la mano, comenzó a devorar los libros del escritor argentino Jorge Luis Borges. Y, según Arnold, la literatura borgiana le ayudó a ganar el Premio Nobel de Química en 2018.
La científica estadounidense explica que se dedica a criar proteínas como otros crían perros: con evolución dirigida. Si a partir de los lobos salvajes se han obtenido animales tan diferentes como caniches, galgos y dálmatas, Arnold provoca mutaciones en las proteínas y selecciona las que más le interesan. El resultado son nuevas moléculas que, según destaca su ficha del Nobel, “solucionan los problemas químicos de la humanidad”, como la fabricación de fármacos sin contaminación o la producción de energía renovable. Arnold, ingeniera química del Instituto de Tecnología de California, ha vuelto a España para participar este jueves en la ceremonia de entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona, en Barcelona.
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